La historia de un garrotazo




En "2001: Una odisea del espacio", se puede ver una escena donde un espécimen a mitad de camino entre simio y hombre descubre que un hueso puede servir para romperle la crisma a un congénere de una tribu vecina. Y mediante este "truco" pudo dominar el sólo a todo un grupo hostil. Este relato es ficcional, pero es de esperarse que un acontecimiento de esta naturaleza pudo haber inaugurado la larga historia de las invenciones humanas, que es ni más ni menos que la historia de la tecnología.
En la actualidad, la tecnología -también llamada "esos aparatitos modernos"- ha mutado un poco en su significado. Ya no usamos el concepto para hablar de las invenciones que han alzado poco a poco la tan mentada civilización, sino que nos relacionamos con ella de manera apasionada. La amamos o la odiamos, o adoptamos una pose apática, pero nunca nos resulta indiferente. Todos nosotros, en mayor o menor medida, tenemos algunas ideas sobre lo que es la tecnología, lo bueno y lo malo que nos ha traído y lo que deberíamos hacer para sacarle algún provecho o evitar ser destruidos. Y todo hombre moderno, sin excepción, está relacionado con la tecnología de alguna forma: por un lado están los amantes de los aparatitos, jóvenes o adultos que se enganchan con cuanto engendro electrónico salga al mercado, sea éste un nuevo celular con botoncitos "inteligentes programados en puro JAVA", una PC que cabe en el arreglo de una muela o la nueva versión de ludo-matic que se juega con un casquito de realidad virtual. Por otro lado - y en franca oposición con este personaje- están los detractores de la tecnología: gente que rehuye la PC "salvo para mandar mails" por miedo a que la radiación le derrita una supuesta glándula de la sensibilidad humana. En medio de estos dos casos extremos nos encontramos la mayoría de nosotros: gente común y corriente que, muchas veces sin ser completamente conscientes, dependemos en gran medida de la tecnología para realizar nuestras tareas cotidianas.
Por eso, y antes de seguir reflexionando sobre nuestros aparatitos queridos, trataremos de dilucidar a qué nos referimos cuando decimos tecnología, definiéndola y ubicándola en el lugar que se merece, sin confianzas excesivas ni miedos injustificados.

Tecnología = Tekné + logos
Recuerdo una definición de escuela primaria que dice que la tecnología es "la aplicación práctica de los principios de la ciencia". Es una definición simple y efectiva, que permite captar el papel y el proceso tecnológico en una sociedad. Pero a mi entender es un poco limitada y, como veremos, no expresa el significado verdadero del vocablo. En lo personal prefiero definir tecnología como "cualquier técnica, método, proceso, herramienta o aparato que permita ampliar las capacidades humanas para controlar y comprender el entorno material". Tomando esta definición, existen pocas cosas en nuestro mundo cotidiano que sean "no-tecnología". Si asumimos que la tecnología puede pensarse como el saber de la humanidad expresado por medio de sus herramientas, sus procesos y su modo de vida en el mundo, ciertamente podemos afirmar que la tecnología está presente en casi todos los objetos de nuestro entorno. Pensemos en algo que no contenga tecnología. ¿Difícil, no? Pienso en un hipotético paisaje natural, absolutamente virgen y poblado solamente por animales y plantas... pero ¿cómo llegamos hasta allí? Como diría el maestro zen: Si existe un paraje virgen, pero nadie está ahí para observarlo ¿el paraje realmente existe? Sospecho que no...
Mejor admitamos que la tecnología no es lo que se ve en las películas. La verdad es que estamos rodeados de tecnología, nuestra cotidaneidad está teñida de estos ingenios que -con un poco de suerte y maña- pueden hacer nuestra vida un poco más productiva. Pero ¿cuál es el origen del término? ¿De donde surge el vocablo tecnología? Al principio decíamos que el hombre primitivo inventó el arma y ese fue el principio de la carrera tecnológica; pero en verdad, debemos admitir que el concepto de tecnología, tal como lo conocemos ahora, es una creación bastante moderna, de la era industrial para ser más precisos. La palabra tecnología es un "remix" moderno de dos palabras griegas: tekné, y logos. Para los griegos, la tekné es lo que hoy llamaríamos oficio (o "arte" en el sentido de una habilidad para la construcción de cosas, algo que se realiza artesanalmente y generalmente con las manos). El "logos" griego es parecido a nuestro concepto de ciencia; a veces se traduce como “palabra” pero en realidad significa algo mas: es el conocimiento, el saber sistemático y organizado, lo que se puede expresar con fórmulas y enunciados. Lo curioso de esta fusion es que los dos conceptos primigenios son decididamente antagónicos: el "saber" manual, práctico, el saber-hacer que era esencialmente misterioso para ellos (lo cual en parte explica la fama de inútil que se le atribuye al filósofo griego promedio). A diferencia de este, el logos es el saber enunciable, que puede ser explicada, sistematizada, pensada y organizada, el saber que implica la tekné es inenunciable, completamente vivencial y lo único que podía hacerse para alcanzarlo era abandonarse a la pura experiencia.
Alrededor de 1750, se produce una gran transformación en nuestra sociedad, una transformación que alcanza incluso al concepto mismo de saber, porque para que lo que después se conoció como revolución industrial fuera posible, fue indispensable que se pudieran diseccionar las "artes", los "oficios", las "teknés" y se las pudiera explicar y sistematizar para que cualquier obrero no cualificado fuese capaz de construir los objetos que antes sólo estaban al alcance del gran artesano poseedor de la habilidad y el secreto. En esto consiste la nueva palabra "tecnología", una especie de manifiesto de la era industrial, donde las artes se hicieron públicas y transparentes, donde se le quitó el halo de misterio que rodeaba al artesano, donde se pudo establecer y explicar la "ciencia del hacer".
A partir de allí, la fiebre tecnológica se desato en toda la sociedad occidental primero y global después. Pero también con el tiempo comenzó a aflorar el miedo y la preocupación; preocupación que tiene que ver con encauzar la tecnología, con ver de que manera usarla para que no termine volviéndose contra sus "amos". Esto es un tema central irresuelto que ahora aflora con fuerza dada la degradación ecológica global que se agrava. Evidentemente, poner a la tecnología al servicio de la humanidad y limitar sus efectos nocivos, constituye una responsabilidad social importante. Pero seguramente para lograr este objetivo hará falta más tecnología, y más científicos que estudien los casos y que imaginen las soluciones a estos problemas. Lo que no se puede hacer , y cualquier intento en este sentido estará destinado al fracaso, es limitar el avance tecnológico. Porque la tecnología está intimamente ligada a la curiosidad humana, al afán de superación, al miedo (a la muerte) y a la valentía para experimentar nuevas cosas, todas estas características fundamentales del ser humano, rasgos que nos definen como especie desde aquel lejano día en que uno de nuestros abuelos tomó un hueso, y tanteándolo pensativamente, imaginó que aquello podía servir para algo más.

Comentarios

Anónimo dijo…
Muy buena reflexión sobre tecnología. A veces nos dejamos llevar por el lugar común de lo que significan las palabras y nos olvidamos de que todo tiene un transfondo social profundo. Saludos desde Murcia y espero nuevos posts sobre el tema. Melissa.